#Futbol

El fútbol como herramienta para la inclusión de chicos con Síndrome de Down



Cuando el deporte es dar

"Campana Up" nació en 2014 en la ciudad bonaerense por la iniciativa de Néstor Bueri, un psicólogo social a quien el tema lo moviliza. A partir de las clases busca desarrollar las capacidades de los chicos y trabajar en su integración.

A los 55 años, Néstor Bueri aún mantiene imborrable en su memoria aquel partido de la niñez en el cual, por primera vez, compartió la cancha con "El Chiqui". Aquel encuentro, cuando él apenas tenía diez años, hizo mucho más que proporcionar un rato de risas entre amigos: abrió sus ojos y derribó sus prejuicios. Ese día, "El Chiqui", un nene con Síndrome de Down que hasta entonces atemorizaba a Néstor, demostró que podía mezclarse de lo más bien con sus compañeros. Fue una experiencia que marcó la vida de quien hoy, desde su condición de Psicólogo Social y amante de la pelota, dirige Campana Up, una escuela de fútbol gratuita de la ciudad bonaerense, destinada a chicos con Síndrome de Down y que tiene por objetivo integrar.

"Cuando era chico y lo vi por primera vez me asusté. Él iba a buscar a su sobrino a la escuela a la que yo iba y yo corría hasta mi casa", recuerda Néstor sobre las ideas equivocadas que tenía sobre "El Chiqui" -como apodaban a Miguel Ángel López- con quien días más tarde le tocó compartir una cancha. "Me acuerdo de ese partido por lo divertido que fue y por las jugadas que él hacía", agrega, retrotrayéndose a esa tarde de sorpresas.

Fue su primera inquietud sobre los chicos con Síndrome de Down. La segunda, vinculada con el fútbol, surgió cuando vio que estos no tenían lugar en las canchas. "Como psicólogo social hice un trabajo de campo en escuelas de fútbol. Cuando pregunté para incluir a un chico con Síndrome de Down me dijeron que no estaban capacitados", explica Bueri sobre la investigación que dio origen a su escuela. "Siempre me pregunté por qué no pueden incluirlos en los equipos. Ellos pierden la pelota igual que lo hace un chico de ocho años". Néstor mismo se responde que los chicos Down tienen "procesos más lentos" y que las escuelas de fútbol convencionales no están dispuestas a adaptarse e invertir tiempo en esto.

Ante esta situación, que genera exclusión a los chicos y grandes problemas a los padres, en marzo de 2014 nació Campana Up, que a fines del año pasado fue recibió una distinción de la legislatura porteña. Los tres docentes y 4 chicos con Síndrome de Down que tenía la escuela en su inicio hoy crecieron a 10 profesionales (todos voluntarios) y unos 25 chicos que juegan cada sábado de 15 a 16. El equipo que tiene la misión de "dar inclusión en un deporte muy competitivo" está integrado por profesores y estudiantes de educación física, asistentes terapéuticos, psicólogos sociales y docentes especiales. La idea es crecer a partir del apoyo de sponsors y llegar así a más chicos.

El grupo se divide según las edades. Mientras en una cancha los más chicos trabajan con los asistentes terapéuticos en cuestiones vinculadas al desarrollo cognitivo (con recursos lúdicos, como conos), en la otra, los más grandes agregan nociones con la pelota. El líder de la organización aclara que además de chicos con Síndrome de Down, los chicos con TGD (trastorno generalizado de desarrollo) o retraso madurativo también tienen lugar en la escuela. La misma no tiene límites de edad (actualmente hay chicos de entre 4 y 18 años).

"Crecimos un montón", resume, entusiasmado, Néstor, quien recuerda que han tenido la visita de un ex jugador de Boca como Ariel Rosada y de integrantes del plantel profesional de Villa Dálmine, equipo local que hoy compite en la Primera B Nacional. Y hay perspectivas de que el fútbol sea apenas el disparador de la inclusión. "Queremos agregar terapias alternativas como arteterapia, equinoterapia o terapia asistida con perros. Todo le aporta al niño con Síndrome de Down y en la zona no hay nada eso", se ilusiona.

Una ayuda para chicos... y para padres

La escuela no sólo funciona para ayudar a los chicos, sino también a sus padres, a quienes los psicólogos de Campana Up dan charlas mientras sus hijos corren por la cancha. "Trabajamos mucho la contención. Han venido padres que les da vergüenza mostrar al chico. La escuela está abierta para que otros padres puedan acercarse y tengan un espacio de contención", sintetiza Bueri.

Hoy, muchos padres se sorprenden de los progresos que sus hijos pueden hacer. Y eso les genera un cambio profundo. "El padre siente el rechazo cuando sus hijos no son aceptados en una escuela de fútbol infantil. Es muy difícil para ellos", explica el fundador de Campana Up. Y ejemplifica que algunos creen que ante las dificultades iniciales, sus hijos serán incapaces hasta de caminar.

El desafío de la inclusión


"No solo tratamos de que el chico sea incluido de a poco en el deporte competitivo, sino que nos divertimos un montón: Te reís todo el tiempo. Ellos festejan logros y goles como la final del campeonato del mundo", dice Néstor con emoción. Luego explica que "el objetivo es que puedan ser incluidos en alguna liga o algún equipo con chicos convencionales, que tengan las mismas posibilidades de juego".Y aunque admite que esto "es muy difícil", no se resigna. Y su espíritu de esperanza también lo transmite a los chicos de la escuela: "Todos llevan la camiseta 10 porque todos pueden ser Messi".

"Hay que capacitar a las escuelas de fútbol, me gustaría que puedan tomar nuestra filosofía de acompañar los procesos de los chicos con necesidades especiales", señala. En ese sentido, se agarra a una de sus primeras victorias: en octubre realizará una jornada de integración en la cual los chicos de Campana Up jugarán con chicos de escuelas convencionales. Para Néstor "el niño está capacitado para incluirse a la sociedad, pero quizás la sociedad no está capacitada para incluirlo".

Este psicólogo social considera que el carácter competitivo del fútbol infantil atenta contra la participación de chicos con síndrome down, quienes entienden el juego como diversión. "Hay que tener el juego siempre presente", remarca.

"Al empezar con la inclusión en el deporte damos un paso fundamental en la inclusión en el resto de las actividades sociales", expresa Bueri. También agrega que "el fútbol le aporta el conocimiento de un par, el roce, el tacto en el abrazo de gol, el festejo fácil de logro". Inmediatamente ejemplifica con Valentino, reacio al contacto físico en un principio. Hoy, este chico llena de celebraciones y abrazos las clases de la escuela que anhela con seguir su camino hacia la verdadera inclusión.

Fuente: Diario Clarín