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LPF-Finales: Banderas de mi corazón



Desde aquel año 1997 que el Juan Halzague no tenía un lleno total, desde aquella época que Maderense no llegaba a una final del campeonato de la Liga Pehuajense de Fútbol, el día indicado era el ocho de noviembre del 2015. La cita obligada era Francisco Madero, a las dieciséis horas empezaba la ilusión de dos equipos, en búsqueda del cetro mayor de nuestra Liga. Por un lado, Maderense. Por el otro Defensores. Dos equipos que después de un largo tiempo llegaban a una instancia final. Camino al Halzague, la Ruta 5 desbordada con autos, motocicletas, camiones. Eran los medios adecuados como para estar presente. Las zonas aledañas a la cancha cercadas con mucho vallado en las intersecciones, con mucho personal policial, iban marcando el camino hacia el Juan Halzague. A medida que pasaban los minutos, los hinchas, los imparciales, los espectadores, los periodistas, los jugadores, los árbitros, de reojo miraban el reloj para saber cuando llegaba la hora de la verdad. Banderas y trapos por distintos sectores le empezaban a dar el colorido que una final requiere. Por un lado, el color verde y blanco. Por el otro, el rojo y azul. Y así sería la cuestión. Después de las quince treinta, casi a la misma hora, Maderense y Defensores llegaban al campo de juego. Gente y más gente se agolpaba en el alambrado intentando ganar un lugar. Que casi era un premio mayor, ya que no cabía un alfiler para seguir las alternativas del partido de la mejor manera. Con arbitraje de Andrés Merlos (AFA), nos aprestábamos para empezar a palpitar el juego.

Fue Defensores quien saltó al campo de juego en primer lugar y la tribuna visitante explotó para darle el gran y merecido recibimiento que se esperaba. Luego fue el turno de Maderense, que no fue menos, y los tres costados vistieron de papelitos el campo de juego de manera fantástica. La hora de la verdad llegó pasadas las cuatro de la tarde con el pitazo inicial de Merlos, y el transcurso del partido tuvo arietes que fueron claves a la hora del resultado final. Soria hizo una gran apilada por derecha, encontró un hueco, ante una defensa que fue abriendo, y su zurdazo, a media altura, dejó sin chances a Calandria, para poner las cosas uno a cero. Maderense intentó reaccionar con la bandera de Jorda y bien secundado por Baselli, los de Francisco Madero fueron contra el arco de Defe, y lo más saliente para los locales encontró a Vaquie, que después de un mal cálculo, sacó un disparo de derecha, que se fue cerca del palo derecho de Tolosa.

En la parte final, Maderense intentó desde el vamos, pero esa presión duró hasta los 10 minutos; porque el elenco “albiverde” sintió el desgaste del miércoles ante Calaveras, y Defensores tuvo cuatro posibilidades claras para marcar. Pero Calandria se agigantó en el arco y evitó, una y otra vez, la caída de su arco. Maderense sin piernas, con poco retroceso, fue a buscar el empate con lo que tenía, pero Defensores, después de las ocasiones que había generado encontró el grito de Fernández, tras gran asistencia de Naser para poner el partido dos a cero. Y casi ser lapidario para quedarse con los primeros noventa minutos, de ciento ochenta, que tiene esta final. Merlos a los 48´ bajó la persiana y Defensores explotó de alegría, que encumbró en un gran abrazo, como una de las postales de la tarde, ante un Maderense que cayó de pie y no pudo revertir la historia. Pero sabiendo que había dejado todo en la cancha. Aplauso cerrado de todo el público para un Defensores que ganó de manera justificada, ante un Maderense que sintió el trajín del partido entre semana y se fue con las manos vacías. Dentro de siete días se volverán a ver las caras, y otra vez, los colores y las banderas volverán a flamear, y tantos hinchas de Defensores como de Maderense, darán todo el apoyo incondicional al club y los colores de sus amores.

Fuente: Diario Noticias