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Vestido para ganar



Alto, espigado, con estampa de granadero, el número uno de Atlético San Martín ocupó su lugar en la gris tarde del último domingo en el nuevo Isidro Pujol de los rojos del parque. Le tocó el arco que da espaldas al acceso Martín Miguel de Güemes, con su parcialidad en apoyo.

Muchos no lo conocíamos. Otros, sabiendo que la institución del parque había contratado al arquero Ramírez, pensaron que se trataba de Néstor, el hombre de Olavarría que fue campeón con Deportivo Argentino en 2006 y considerado como uno de los mejores jugadores en varias temporadas de la Liga Pehuajense.

Pero Néstor Ramírez, de 38 años en la actualidad, recordado arquero de pantalones largos que llegó a disputar varios torneos e incluso instancias definitorias con Bull Dog de Daireaux, no era.

El hombre que ocupaba el arco de San Martín ofrecía otra fisonomía y características físicas.

¿De quién se trataba, entonces? De Rubén Ramírez, más conocido como Chulo, arquero de 32 años de edad, procedente de la Liga de Chivilcoy, donde había cumplido grandes actuaciones en el Club Independiente de dicha ciudad, contribuyendo a la obtención del torneo Clausura en 2013 y a la gran performance cumplida por los rojos en el Torneo Federal B, donde consiguieron el anhelado ascenso al Federal A.

Ramírez fue decisivo en varios pasajes de la campaña, aportando notables intervenciones, convirtiendo penales durante el desarrollo de los partidos y también en aquéllos que se definieron con series de disparos desde el punto penal, pero resultó mucho más importante a la hora de contenerlos.

Con esos antecedentes llegó a Pehuajó, aunque pocos estaban al tanto de sus logros bajos los palos del rojos chivilcoyanos. Por eso, aquéllos que fueron a ver a Néstor en la valla sanmartiniana, sólo esperaban ver si Rubén podría ofrecer condiciones similares o incluso hasta superiores que aquel homónimo.

Sin embargo alcanzaron unos pocos minutos para develar la incógnita. Apenas iniciado el encuentro, un centro aéreo que el delantero Mayoz envió al área local, encontró la cabeza del zaguero central Borio, quien terminó derrotando a su propio arquero. Nada que hacer para Ramírez. Sólo lamentar el gol en contra.

Fue entonces el momento de Defensores, que advirtió la endeblez defensiva del dueño de casa y fue en búsqueda de asestar el golpe de knock out que definiera el partido. Estuvo cerca. Muy cerca. Pero apareció este Ramírez, el de Chivilcoy, el de los pergaminos ganados en torneos de alta competencia, aún a nivel nacional.

Con intervenciones tan oportunas como notables, impidió la debacle y mantuvo vivo a su equipo.

Los del parque quedaron con uno menos por expulsión directa de Núñez, pero no sólo llegaron al empate por intermedio de Garcette, con impecable y solitario golpe de cabeza, en el primer tiempo, sino que hasta lo dieron vuelta en el segundo tiempo. Fue por intermedio de Ojeda que, en total libertad dentro del área azulgrana, pudo acomodarse y definir sin llegar a ser molestado.

Defensores también perdió un hombre por doble amonestación de Mayoz, pero Garcette, lesionado, dejó al local con nueve, dado que ya se habían agotado los cambios.

La visita fue con todo, pero Ramírez respondió en todas. Arriba, abajo, y hasta mostrando esa cuota de suerte cuando fue realmente necesaria.

Entonces la figura fue Ramírez quien, todo vestido de rojo, se llevó los aplausos. Estaba vestido como para ser figura. Sabida es la vieja discusión sobre que los arqueros deben lucir indumentaria sobria para no dar referencia a sus adversarios. Ramírez parece no estar de acuerdo. Buen ejecutor de penales y gran atajador de esos impiadosos disparos, me recordó una definición del psicólogo deportivo Iain Greenlees, quien sentenció que los arqueros que se visten de rojo atajan más tiros desde el punto penal que los que usan otro color de vestimenta, lo que basó en un estudio realizado en la Universidad de Chichester, de Inglaterra.

No voy a entrar en detalles sobre dicho estudio, pero según se indica, el color rojo ejercería cierta atracción en momentos de tensión, lo que llevaría a los rivales a rematar sobre el cuerpo del arquero y su zona inmediata. ¿Será realmente así? No lo sé. Pero a Ramírez le dio resultado. Un arquero vestido para ganar.

Roberto F. Rodríguez.