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De la histeria al grito contenido

Mirar el partido entre los hinchas tiene otra particularidad. Uno observa, escucha, aprecia como el ánimo va cambiando de manera instantánea. Todo término siendo albinegro. Después de once partidos, el conjunto estudiantil, y de ocho años en su casa volvió a festejar. Y el hincha fue viviendo esos noventa minutos de una manera cambiante. Del silencio de los primeros minutos cuando Deportivo comenzó mejor, al agarrarse la cabeza y empezar a animarse cuando Naser y Colombano hicieron estremecer el palo derecho de Aranas. Ya sin Collado en la cancha, el local se animo, y fue sobre el arco de la visita. Merecía más Estudiantes decían sus hinchas ilusionados con que en el complemento se concrete algo de lo que había propuesto su equipo.

En el segundo tiempo parecía un calco del inicio de los primeros 45 minutos. Mejor Deportivo, y los de Iglesias comenzando a nivelar las acciones. Naser y un par de piques hicieron que Martínez vea la roja. Con Cadorín y Pascual, adentro, enfrente Deportivo acomodó sus líneas, con Jorda y Galeano de laterales. Estudiantes manejando la pelota, y sin profundidad, y los de Mendizabal esperando asestar una contra.
Entonces la impaciencia empezó a ganarle al hincha, y comenzaron a desfilar los clásicos sin ganar, los partidos que se le esfumaron en el año a Estudiantes. La impaciencia dio lugar al murmullo, y algunos fueron un poco más.

Dese el “abrí la cancha”, “patea”, ¿”Para que te cerras”?, “No le ganamos a nadie”, hasta el “¿Para qué vine a la cancha, decime para que vine?”, en la tribuna se escuchaba de todo. Ya con Arive afuera, Deportivo sabía que el empate era estirar la paternidad, y para Estudiantes seguir inmerso en la irregularidad de los resultados. Porque a esa altura no importa si jugaste mejor o peor, si merecías ganar o perder. El clásico era empate, y se sabía que habría dos lecturas diferentes por más que luego se hubiera “querido dibujar” con las declaraciones.

Pero, pero…todo cambio en esa última jugada. Un nuevo centro fue sobre el área de Aranas, Estudiantes fue, Deportivo defendió, un rebote, un nuevo centro y todos a la carga. “Salte, cerré los ojos, la pelota me pegó en la frente y cuando abrí los ojos vi que la pelota iba al gol”, expresó a Lanza la Bola, el ídolo de la tarde, el férreo central Exequiel Cardozo, cuando a los 47 minutos del complemento decretó el tanto de la victoria.

Entonces la histeria dio lugar al grito contenido. Las frases cambiaron: “Qué grande somos”; “Así me gusta ganarles”, “Yo sabía que se nos daba”. Todo cambio en una milésima de segundo. El tiempo justo en que la “redonda” traspaso la línea de gol, y desató la euforia albinegra.