“Algún día vas a andar contando que le hiciste un gol al Gato Díaz…”
“No puedo sentir, sentir ninguna cosa,
no puedo levantar la voz, no puedo gritar,
inhalar, exhalar
todo este amor que llevo dentro”, cantan los Rolling Stone en Out of tears (Sin lagrimas)
La bandera luce perfecta. El “gracias” se lee nítidamente. En la planilla oficial no se encuentra 1: Julio Díaz. En el banco de relevos aparecen nuevas caras. “Es mi último año” comentó en el 2015. ¿Sería una eterna despedida? ” Una temporada antes se escribió “Los Stone de Deportivo siguen festejando”. Y Jagger siguió. Más de dos décadas defendiendo el arco de sus amores, con un breve paso por Atlético de Mones Cazón.
Seis títulos, siete subcampeonatos, tapadas imposibles, penales atajados claves y un gol de arco a arco. Desde las inferiores, pasando por los primeros compromisos en la primera, cuando Deportivo era un canto a la austeridad, después de la época de “vacas gordas”, a la consolidación en primera en equipos que iban a marcar su tiempo. Claro, que lo mejor, al menos desde los logros colectivos llegó en el último período. Porque en siete temporadas (desde 2008 a 2014) consiguió cuatro títulos.
“Pipi este año se nos da”; “Pipi juga tranquilo”; “Pipi…” se escucha en su tono de voz tan particular, desde el fondo de la cancha, o las calles de la ciudad, cuando el que habla es Julio.
De la promesa, del pibe que despertaba elogios a comenzar a sumar minutos en primera. En 1993, con 20 años, fue el arquero de un equipo cargado de nombres, y que no pudo sumar un logro, por las cosas que el fútbol tiene. En la temporada siguiente, con la apuesta por los pibes Deportivo volvió a estar cerca. Otra vez más en 1996, en una serie interminable se le volvía a escapar al “azul”, aunque Julio había sido protagonista en semifinales con penales claves.
En 1997 se le iba a dar. Campeón con Deportivo. Penal atajado en el encuentro decisivo para conservar la ventaja y el triunfo que iba a llegar para el festejo merecido. Con 24 años se sumaba a los más alto. Recibía elogios, y siempre considerado entre los mejores en su puesto.
Un equipo que amagaba y no concretaba dio paso a un título con el azul, en la liga de Carlos Casares, en el año 2001, donde se dio el lujo de convertir un gol de arco a arco ante Maderense, y en un partido final, que iba a terminar igualado en dos.
Luego tres temporadas que sumaron decepciones. 2002, 2004 y 2005, Deportivo quedó a las puertas y Díaz, junto a otros nombres entendieron que lo mejor era cambiar de aire. Por ellos y por el club. Deportivo grito campeón, y Julio también lo iba a hacer en Atlético Mones Cazón.
Entonces si se iban a volver a encontrar, y a terminar de confirmar su idilio. En el 2009 fue fútbol en gran nivel, y Julio respondió acorde a la obligación de un equipo ofensivo. Dos años después fue nuevamente campeón, y escogido por Deportes, como el mejor jugador del año. Un nuevo subcampeonato, y un título con gusto a heroico en el 2014, se escriben en su palmares. Llego a semis en el 2015 y dijo basta. En el 2016 se lo ve acompañando en el banco de relevos, esperando y apoyando.
¿Habrá tiempo para una tapada más, o ya está? Nunca se sabe. La despedida eterna del futbolista, y ese enemigo que es el tiempo.
El reconocimiento, los elogios se transformaron en consolidación. Es cuando llega el punto de que se es indiscutido. Tal vez con la llegada sobre el final de esos títulos esquivos, mostraron todo lo bueno que fue bajo los tres palos. No se sabe, caprichos del fútbol.
El fanático de los Rolling podría decir como Jagger, pensando en su club: “No puedo gritar, inhalar, exhalar todo este amor que llevo dentro”.
Como escribió el genial Osvaldo Soriano, y fue el disparador del título, en el final del cuento “el penal más largo del mundo”: “Bien, pibe-me dijo-. Algún día, cuando seas viejo, vas a andar contando por ahí que le hiciste un gol al Gato Díaz, pero para entonces ya nadie se va a acordar de mí”.