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Tres pilares de un campeón



La duda persiste. Los historiadores dicen que cuando buscaban el nombre para la institución que acaba de nacer, los socios fundadores miraron hacia un costado, vieron unos tarros con veneno, y por ende la calavera clásica que significaba de mucho peligro. El nombre iba a quedar grabado a fuego. Los del Matadero, como se dice correctamente fue el apodo que quedó por siempre.

Calaveras, Los del Matadero, el albinegro. Barrio Belgrano, sede en calle Mitre al 1000. Cientos de historias, juegos, naipes, bailes, boxeo y fútbol. Fútbol. Siempre he escuchado frases que de tantas repetirlas se transforman en verdades que, modestamente, no siempre las creo.

Este equipo tiene “huevo”, “garra”, “mete”. Sí, para que negarlo, pero si piensan que con eso solo se puede ganar, bueno allá ellos, yo no lo creo. Creo en los equipos, en el complemento. En el que mete, pero en los que juegan. El que corre los 90 minutos, y el que necesita aparecer solo un par de veces. Pero bueno, son ideas, y como tal debatible, y respetada como la de cada uno. Mi teoría la baso en una admiración personal, y hasta generacional. Siempre digo que el emblema de Calaveras es César Antonio Lamanna. Y alguien podría decir que no es uno de los jugadores más exquisitos que dio nuestro fútbol.

¿Y de “este” Calaveras que decimos? Un complemento. Una idea fija que era la de superar lo hecho el año pasado. Y fue. Superó etapas, comenzó en febrero, y termino en diciembre. Diez meses tan intensos como su historia.
Se fue Folgar, siguió De Antón. Con sus ideas, ni mejores ni peores. Con su idea, su contracción al trabajo y un propósito la final. Nombres y apellidos muchos. ¿Pero si Martínez era el primero en la fila, y luego no jugaba que derecho tendrían a reclamar los demás? Eso fue Calaveras. Un grupo.

Dicen, solo dicen, que el día de la final en la charla técnica, les mostró una foto. Y les dijo a los jugadores que ellos podían cambiar lo que estaban viendo. Algunos dicen, que fue un golpe anímico clave.

Maxi Coronel, debe haber tenido uno de sus mejores años. Es joven, pero jugó como un veterano. De chico ya mostraba esa prestancia. Pero le dio madurez a su juego, y también a sus conceptos cuando habla. De doble “5”, más suelto, por derecha o de cinco – cinco, Coronel siempre rindió. A gusto personal, cuando dejaron de compartir el medio con Criado ambos crecieron. Porque más que complementarse se superponían. Pero lo dicho, son gustos, y en esto sería irrespetuoso hacer una valoración de esta índole cuando el técnico es quien decide cuestiones tácticas y estratégicas, en base a lo que tiene, y al rival que enfrenta.

Coronel terminó de consolidar, lo bueno que se sabía que podía dar. Seguramente el título debe ayudar a la valoración de este concepto. Además, como si fuera poco fue clave en la final.

José Moretti, jugó de lateral, de primer y segundo central, y cuando Diellos emigró, supo que él sería la voz de mando. José jugó como el pibe que sorprendió en el 2005, demostrando que era uno de los mejores centrales de la liga. No podía ser que se hubiera olvidado de sus conceptos. Y cuando sabía que sería el “2” volvió a ser “ese” Moretti. Calaveras y el fútbol local recuperaron un gran central. Además como si fuera poco, fue clave en la final.

Tengo la sensación que Volpe, (el mejor arquero que he visto en los últimos años), potencia a sus compañeros, e intimida a sus rivales. Su empuje, sus declaraciones: “Vengo a salir campeón”, hacen crecer al grupo. Entonces sus compañeros tienen un plus, que a lo mejor no sabían que lo podían tener. Y a los rivales, da la sensación que el arco se les hace de miniatura. Además, como si fuera poco, fue clave en la final.

Tres apellidos, de un equipo, que lucio como tal. El campeón siempre es el mejor. Bielsa dice que el rival potencia y magnifica el logro. Y Calaveras le ganó a un gran equipo. Le ganó al candidato.

Es tiempo de apurar el mate. Hay festejos en buena parte de la ciudad. Calaveras, el del Matadero, el albinegro esta fiesta.