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La invención de Morel



“Nosotros viviremos en esa fotografía, siempre” (La invención de Morel. Bioy Casares)

En los pueblos, la siesta no es una costumbre; es una obligación. Más si hace calor, y el almuerzo dominguero se “estiro” más de lo habitual. Pero en esta ocasión, las obligaciones son otras y la siesta pasa a un segundo plano. Poco más de 20 Km separan a Francisco Madero del Alberto Irigoyen. Hasta ahí viajan las cientos de esperanzas, para una vez más ver al equipo del pueblo, en los lugares de privilegio de la Liga Pehuajense de Fútbol.

Con la certeza de saber que no es un partido más, Maderense llega a Pehuajó, y tres puntos lo llevan a estar, entre los mejores cuatro del liguista. Como hace un par de temporadas, cuando alcanzó el subcampeonato.
Más de 24 grados, y un clima festivo fueron la previa de un partido, que ya se sabe, ganó la visita por 3 a 1, y logró su cometido, dejando a Defensores y Deportivo, a que definan su historia mano a mano.

“El verde” sacudió el mercado de pases, y sumó a sus filas a Claudio Morel Rodríguez. Campeón con San Lorenzo, Boca, pasó por Independiente y mundialista con la selección de Paraguay en Sudáfrica 2010, en la mejor presentación del cuadro Guarany en la máxima cita del futbol, además de recorrido europeo. Un jugador de prestigio y relieve.

Y desde la llegada de Morel, Maderense comenzó a escribir su historia. La que tiene nombres como Franco Cángele, Vitrola Ghisso u Osvaldo Carrica; todos con paso por el fútbol grande.
Fue edificando su idea, concepto de juego, y llegó al reducido sin apremios, primero en su zona. En el petit, donde da inicio el verdadero campeonato, venció las dos veces a Deportivo; mereció más, la primera vez con Defensores, y sumó un empate más que valioso de visitante, ante Balonpié, porque fue para recuperarse de una dura derrota en su casa.

Hasta que llegó la jornada del domingo. Casimiro Fernández emblema de Maderense, y último en gritar campeón como jugador, es el alma de la institución, además de su técnico. Adentro Morel marca el ritmo, el tiempo, y la idea de cómo desarrollar el concepto juego, por estas canchas. Es por eso que Maderense juega “corto”, achica rápido hacia adelante y presiona de forma constante, en las distintas zonas, donde se podría dibujar imaginariamente un rectángulo de juego.

Todos los jugadores tienen compromiso por recuperar el balón. Con ausencias por expulsiones movió el banco, y el equipo fue un relojito. Le marcó la cancha a Defensores, y lo pulverizó tácticamente, para recuperarse de un 1 a 0 abajo.

El domingo fue con Velázquez en el arco; Gauna un lateral con proyección permanente, y Córdoba consustanciado con la marca. El capitán Sánchez de primer marcador central, y Morel, comandando los tiempos, de cuando salir, retroceder o presionar.
En el medio Bagatto, anuló al estratega rival, y Maderense creció. Mastrangelo, que dio una clase de cómo debe jugar un “5”, fue su ladero en el doble pivotte. Luego, desde derecha a izquierda, Baselli, que ya dejó de ser una promesa, para ser un gran jugador, con recorrido y talento; Barraza, un punta “tirado” atrás, y Alfonzo, con un despliegue profesional. Ya no es el joven que lastimaba en los metros finales, ahora, a “eso”, le suma compromiso por toda la banda. Arriba Sosa, es ese “9” que define, cuando los partidos lo necesitan.

A ellos hay que sumarle otros nombres, que dan su aporte. Corrales, Sosa, Luna, Aranda, Casavecchia, Galeano, Conde, Mónaco, son parte de un plantel que se ilusiona. Como lo hace su gente; porque ya está entre los cuatro mejores, y lo logró con un gran juego.

La foto eterna del festejo, viaja en el recuerdo de cada uno de los presentes. Al ritmo de una localidad, con el sueño latiendo fuerte; así va el equipo de Casimiro. Ahí va “La invención de Morel”.