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El penal más largo de la historia del fútbol cumplirá 17 años y tiene a un pehuajense como participe



El partido con Atlanta se jugó el 5 de abril de 2003 y se suspendió cuando la visita iba a ejecutar la pena máxima. Se pateó el 29/4

El “penal más largo de la historia” es un cuento de enorme calidad literaria que escribió Osvaldo Soriano, basado en un hecho real que se produjo en 1958, en el Valle de Río Negro. Pero más acá en el tiempo (abril de 2003), tuvo lugar otro hecho con características similares y coincidente,
que también pasó a la historia y que tuvo como escenario el estadio 12 de Octubre, de Ensenada.

Cambaceres y Atlanta se enfrentaron el sábado 5 de abril de 2003 (ya pasaron 17 años), en el marco de la sexta fecha de la segunda
fase, del torneo de la B Metropolitana. El Rojo venía a los tumbos, porque apenas había sumado un punto en cinco presentaciones; mientras que el
Bohemio llegaba amenazado por el “fantasma” del descenso.

En aquella tarde nublada de otoño, en la que se respiró un clima hostil desde el vamos, el partido pintaba para un empate clavado, sin goles. Sin
embargo, en el minuto 40 de la etapa complementaria, el árbitro Alejandro Toia decidió darle un penal (polémico) en favor del cuadro de Villa Crespo. Todo se originó con una serie de rebotes dentro del área, y el último de todos se estrelló en la humanidad del juvenil debutante Juan Bautista Branz, que por la “ley del último recurso”, terminó expulsado.

Lo inédito de todo es que “ese penal” no se pudo ejecutar aquella tarde (se patearía 24 días después, pero en la cancha de Argentino de
Quilmes), pues el árbitro, después de algunos minutos de espera para que los ánimos se pudieran calmar, decidió suspender el encuentro debido a
que varios hinchas del Rojo, en actitud desafiante e interpretando cánticos antisemitas, no se quisieron bajar el alambrado.

“Vi penal porque la pelota pega en la mano del jugador. Pudo haber rebotado en el abdomen, pero en la mano dio seguro”, explicó el propio Alejandro Toia en los vestuarios y que este diario pudo reflejar en una de sus páginas.

El partido venía mal barajado de entrada. Y el clima de hostilidad se podía respirar a la distancia. La primera interrupción se produjo a los 33
minutos del primer tiempo, cuando los mismos hinchas que, a la postre, terminaron por suspender el partido, se treparon al alambrado del sector que
da a espaldas a la calle Quintana, y comenzaron a entonar cánticos antisemitas contra los hinchas de Atlanta, apostados en el sector visitante.

Inmediatamente, y en una actitud correcta, Alejandro Toia decidió “detener las acciones” . Después de siete minutos, y del “pedido” que le
hizo a los hinchas el entonces capitán del Rojo, Carlos Da Ponte, todo volvió a la normalidad, y el cotejo pudo continuar con su desarrollo.

La parte complementaria arrancó sin problemas, aunque ese clima de hostilidad del comienzo se seguía palpando en el aire. Inclusive, algunos plateístas comentaban por lo bajo, y a modo de presagio, que “el partido no iba a terminar”.

“Todo viene mal barajado”. Y así fue. A los 40 llegó aquella jugada polémica (la del penal), que desató la ira de los hinchas y la posterior
suspensión del encuentro cuando Atlanta se aprestaba a ejecutar la pena máxima y cuando el marcador estaba igualado sin goles.

EL LLANTO DESCONSOLADO DE UN JUVENIL LLAMADO JUAN BRANZ
Juan Bautista Branz, hoy convertido en investigador del CONICET, hacía su debut profesional en aquel partido curioso y recordado contra Atlanta. Después de la jugada que derivó en el penal y que no se pudo patear en Ensenada, contó que “la pelota me pegó en la panza. Y el árbitro no tuvo mejor idea que sancionar la pena máxima. No lo puedo creer”. Esas frases del propio futbolista también se reflejaron en las páginas de este diario, aquella tarde del sábado 5 de abril. Y con lágrimas en sus ojos, agregó: “era un partido discreto. Ninguno de los dos equipos habían tenido situaciones claras de gol. La única fue esa jugada en la que el árbitro me cobra penal y expulsión”.

SE PATEÓ 24 DÍAS DESPUÉS...
Después de varias idas y vueltas, el Tribunal de Disciplina de la AFA, además de sancionar a
Cambaceres con la clausura de su estadio por una fecha, decidió que el partido, que se había suspendido el sábado 5 de abril, se reanude el
martes 29 del mismo mes, es decir, 24 días después de aquellos incidentes que se habían producido en el estadio 12 de Octubre.

La cancha elegida fue Argentino de Quilmes. Y en ese escenario, con varios sectores anegados por el agua, debido a la intensa lluvia, se completaron
los minutos que le restaban al encuentro, repartidos en dos tiempos de 4 y 5 minutos, respectivamente.

El mini cotejo no arrancó con la pelota en la mitad de la cancha, sino directamente con la ejecución de ese penal que no se pudo patear en Ensenada.
Lucas Ferreiro se puso frente a la pelota y de César González, el entonces arquero del Rojo.

Llegó la orden de Alejandro Toia y el delantero de Atlanta colocó el balón alto y a la derecha, lejos
del alcance del “uno” de Camba. Gol y festejo del pueblo Bohemio.

Cambaceres, ese día, salió a la cancha con un jugador de menos por la entonces expulsión del juvenil Juan Bautista Branz. Los elegidos por el
entrenador Mariano Fernández fueron César González (Surgido en KDT); Pacheco, Allan, Chiappetta y Martín Godoy; Molina, Da Ponte y Gamberini; Javier Rossi y Juan Pablo Pratto (primo de Lucas, el actual delantero de River).

El resultado en favor de Atlanta (1-0) quedaría inalterable hasta el final. Y a la postre, le permitiría
salvarse del descenso.

En pocos días más, ese “penal” inédito e histórico que se ejecutó 24 días después y que decidieron
llamarlo “El penal más largo de la historia” (en coincidencia con el cuento de Osvaldo
Soriano), cumplirá 17 años. Y muchos lo siguen recordando porque ya forma parte de las estadísticas y de la propia historia del fútbol
argentino.

Fuente: Diario El Día