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Guillermo Panaro: “ La complejidad de Ciudad es que nos comprometimos a no traer jugadores de ningún club de Bolívar."



El fútbol en Bolívar siempre se caracterizó por sus dos clubes importantes: Empleados de Comercio e Independiente. Claro está, si nos remontamos al 2004 y el ascenso de la D a la C, vemos al histórico Barracas Bolívar y la cabeza siendo el entrenador: Guillermo Panaro.

Hoy, el ex jugador de Ferro es parte del cuerpo técnico de Ciudad, club que se caracterizó por darle muchas alegrías a la gente bolivarense con el vóley. Ahora, con la importante participación dirigencial de Marcelo Tinelli, las “Águilas” tienen fútbol. Y una vez más, Panaro se mete en un aspecto clave del deporte de Bolívar con aspiraciones en grande.

– ¿Cómo terminó el equipo con los últimos partidos disputados?
– Nos tocó una zona difícil. Siempre se hacen fuertes, ya sea por tener mucha hinchada de local, como Racing de Olavarría; o tener historia, como Kimberley de Mar del Plata. Nuestro equipo siempre fue sumando algo en cada partido. Arrancamos con un puntaje que no era el ideal, pero se pudo reponer de resultados adversos. Fue protagonista de la mayoría de los partidos, más de lo que el rival fue con nosotros. Además, ningún jugador sufrió una lesión, ni siquiera una molestia en un entrenamiento. El equipo tiene muchos condimentos: pibes jóvenes de la liga local, y los que vinieron a aportar su experiencia.

– ¿Qué objetivos a largo plazo tienen?
– Hemos sido ambiciosos. Nos llamaron y nos armaron un equipo para ganar y estar lo más alto posible. La complejidad de Ciudad es que nos comprometimos a no traer jugadores de ningún club de Bolívar. El único que aportó es Balonpié, por una cuestión obvia. En definitiva, nuestro objetivo era clasificar y lo hicimos. Íbamos a empezar la segunda parte de la clasificación con dos equipos de La Pampa, justo no nos tocó jugar, y en el mejor momento la realidad pandémica nos puso en stand by.

– ¿Hacen entrenamientos virtuales?
– Cuando se inició la cuarentena, nos comunicamos con el cuerpo técnico y la decisión fue unánime: dejar de lado el tema del cuidado físico. Entendimos que esto iba para largo, por lo que ningún entrenamiento casero suplanta lo que tendremos que hacer cuando se arranque. Hay que volver a hacer una pretemporada. Hicimos mucho hincapié en cuidar la salud y propusimos una rutina diaria, como la de cualquier deportista. Nos comunicamos por la aplicación Zoom. De hecho, muchas veces tenemos charlas grupales para seguir teniendo una conexión visual y auditiva. Estamos todos procesando esta realidad, cada uno en su casa.

– ¿Qué charlaste con Marcelo Tinelli previo a tu arribo al club?
– Javier Weber y yo le llevamos un proyecto muy sencillo de qué idea teníamos del armado del equipo. Él nos contó qué era lo que quería hacer con Bolívar. Posterior a ese encuentro, lo encontré para la maratón, donde ultimamos detalles. Lo demás, es sobre el equipo. “¿Cómo están? ¿Qué necesitan?”, son de las preguntas que nos hace. El jueves anterior a que se dictara la cuarentena total habíamos acordado de hacer un asado porque no conocía el plantel, ni pudo ver los partidos. Quedará pendiente. Está contento con lo que hemos hecho. Armamos un equipo en cancha que la gente se ha sentido a gusto. Marcelo nos hizo llegar esa felicitación. Este campeonato es muy duro, si te despertaste con dolor de cabeza te podés llegar a quedar afuera.

– ¿En qué lugar quedó Balonpié con este nuevo proyecto con Ciudad?
– La idea principal sigue en marcha: es un equipo formativo, del cual estoy a cargo. Con respecto a la Primera División, pienso que cuando uno delega y tiene la toma de decisiones, puede manejar el equipo como se le plazca. Entendimos que había que poner un entrenador, y pensamos en José Maxwell, pero nos dijo que no estaba preparado. Así que llamamos a Fabricio Valenzuela, que es un amigo y tuvo su etapa de DT en Independiente. Tiene ganas de aprender y le gusta nuestra impronta.

En ese marco, cuando iniciamos esto, invitamos a ocho jugadores de Balonpié para que se sumaran. No todos pudieron quedarse, casos como Beto Kunz, Facundo Sierra y Colo Molina, ya sea por decisión propia o porque no estaban dadas las circunstancias para que puedan entrenar en un formato casi profesional. Por otro lado, hay un resto de jugadores jóvenes que jugaron el año pasado que sí quedaron en este proyecto. No tengo dudas que mejoraron muchísimo y van a seguir mejorando en el transcurso del torneo. En Balonpié delegué bastante, y no tengo tiempo para hacer las dos cosas juntas. No somos prescindibles.


– ¿Cómo llevas esta cuarentena?
– En líneas generales, bien. Entendiendo que esta dificultad que tenemos es la que hay que afrontar. Convencido que hay que quedarnos en casa. Y me está pasando algo que no sucedía hace mucho: está toda la familia junta. En especial Manuel, mi hijo, que no vive con nosotros durante el año ya que está jugando en Aldosivi de Mar del Plata. Soy casi hiperquinético, te diría. No disfruto de la pasividad. No me gusta dormir. Encuentro siempre una actividad para hacer. También me gusta estar en casa, para ayudar en lo que sea, como arreglos, manualidades, dar una mano con los deberes. Estoy tranquilo en ese sentido.

Después, en el fondo de todo eso, siento una profunda angustia por momentos porque pienso que somos frágiles, que las cosas importantes que uno debería usar para vivir siguen siendo elementales. Nada tiene más fuerza que la naturaleza para hacernos entender que las ambiciones y las corridas que siempre tenemos no son más importantes que un virus contagioso. Mi actividad está 100% relacionada al fútbol, por lo que entiendo que mi futuro está complicado. Pero debemos tener una consciencia social de priorizar la salud por sobre todas las cosas.

– ¿Qué relación tenes con Manuel Fernández, hoy en Agropecuario de Carlos Casares?
– Empiezo diciéndote que mis hijos le dicen tío. Esa es la relación. En su momento, él fue jugador nuestro en Barracas Bolívar, de los más jóvenes que tenía la ciudad. De repente pasó a tener inquietudes: la de ser entrenador, profe, referente. Siento que he sido su maestro de alguna manera. Lo acerqué a charlas, a gente amiga. Después, él se fue preparando. Tomó la decisión de ser un entrenador importante. No tengo dudas de que en todos los lugares en los que estuvo ha crecido profesionalmente, y el que le pide consejos, el que ve qué le puede robar o sacar de sus conocimientos, soy yo. El rol de maestro/alumno ha cambiado. La relación es cotidiana. Hablamos bastante seguido y nos conocemos mucho.

– ¿En qué momento profesional te encontrás?
– Me siento reconocido, estoy en una buena etapa. Conforme por estar acorde a lo que pienso. En los lugares que trabajé, tuve un liderazgo basado en los valores que uso para vivir. Me fue bien y mal, pero el balance general es positivo. Creo que la gente que trabajó conmigo puede decir: “Guillermo me hizo crecer”, o “me hizo ganar algo”. Personalmente, nunca había tenido que tomar una decisión como la que hice este año. A mí me ofrecieron Ciudad para que lo dirija. Contra la voluntad de la gente que estaba armando el proyecto, decidí contratar un entrenador que en principio iba a ser ayudante de campo. Entendí que tenía más experiencia, por lo que me puse en un rol secundario. Mauricio Peralta nos dio muy buenos resultados.

Siento que cumplí un objetivo. A veces es difícil. No soy el que tiene la última palabra en lo futbolístico, sino un soporte. Siento que, con el paso del tiempo, si ascendemos, sería un buen logro para mi currículum. Me siento un privilegiado por ser parte de proyectos importantes, y nada menos que en mi ciudad, donde decidí quedarme.

Fuente: Presentes Noticias