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Enrique Osmar Antonio, el crack que pudo triunfar en primera pero no quiso



El «Negro», oriundo de Pehuajó y campeón en el 92 con Sportivo, quedó en Vélez, en Ferro, en River (¡con 23 años!) y en Arsenal (¡con 26 años!). Buenos Aires no era su sitio y por eso siempre decidió regresar. Hoy tiene el comercio que siempre soñó: un negocio de telas.

Enrique Osmar Antonio, conocido por todos como el «Negro Omar Antonio», tuvo una larga carrera en el mundo del fútbol. En General Villegas es muy recordado por integrar aquel plantel de Sportivo campeón en el año 1992, junto con Jorge Mercado, Daniel Torres, Carlos Ullúa, «Bocha» Videla, «Chochó» Latorre, Oscar Barrios, «Mono» Bracciale, entre otros jugadores.

Su padre, fana de River, le puso Enrique por Sívori, un grandísimo jugador que quizás no tuvo todo el reconocimiento que merecía.

El «Negro» Antonio nació y se crió en Pehuajó. A los 13 años ya jugaba en la primera del Club Deportivo Argentino, donde hizo las inferiores hasta los 18 años. Ya fogueado por jugar con hombres más experimentados, y con las canillas acostumbradas a las patadas, llevó sus gambetas a Vélez Sársfield. En el Fortín estuvo un año y llegó a practicar con la primera división. En ese momento dirigía el triunvirato compuesto por Antonio Cielinski, Juan Carlos Montaño y Alfredo Bermúdez.

«A Bermúdez le gustaba como jugaba yo. Dejé Vélez porque a mi amigo arquero, Villavicencio, lo dejaron libre. Él era muy buen arquero. Pasamos por Ferro, yo quedé y él no. Pasamos por un equipo de la B, yo quedé y él no. Entonces nos fuimos a Pehuajó. Yo no me quería quedar sólo. A mi no me gusta Buenos Aires, no me gusta su energía. Por eso me volví a Pehuajó, a Deportivo. Al año siguiente me fui a Colonia Seré. Allí jugué un año, me ven de Fútbol Club Tres Algarrobos y me fui a vivir a Cuenca. Jugué unos cuantos años y pasé los mejores años de mi vida en Fútbol Club. La gente me trató de una forma increíble», cuenta el «Negro».

En ese intervalo de tiempo tuvo otra gran oportunidad: con 23 años se va a River a probarse y queda. «Estuve entrenando con jugadores como el ‘Tolo’ Gallego, pero justo me llaman de Ferro de Pico por si quería jugar el Nacional. Yo quería probarme ahí, no me interesaba estar en Buenos Aires. Lamentablemente perdí los documentos y no pude jugar. Físicamente venía de entrenar en River y estaba 10 puntos. Ahí podría haber hecho un montón de cosas», rememora.

Tuvo otra oportunidad en Arsenal, con nada más y nade menos que 26 años. Pero no había caso: hizo la valija y se volvió. «No me arrepiento. Esa era la forma de interpretar la vida en ese momento y uno tiene que ser consecuente con eso. No me arrepiento porque acá pude demostrar lo que soy como persona», enfatiza.

En Sportivo salió campeón en el año 1992. «Era un equipo compacto, con distintos matices, que gustaba mucho. No tuvimos más suerte porque no teníamos todos los recursos necesarios, se jugaba durante la semana, yo tenía negocio en Pehuajó y tenía que viajar», dice.

Luego de su etapa en el Pulpo regresa a Pehuajó. Juega en Estudiantes, Calavera y Boca de Pehuajó. Pero decidió retirarse en el mismo club donde comenzó: Deportivo. Corría el año 1997 y el «Negro», con 37 años, cerró una carrera de 24 años junto a la pelota.

Dirigió a Defensores del Este de Pehuajó en un Regional, pero fue una experiencia breve y no era lo suyo. Ahora tiene el comercio que siempre soñó tener: un negocio de telas.

«El fútbol me dio amigos, compañeros, me enseñó a ser solidario dentro de una cancha, a respetar una idea de juego. Si uno está despierto aprende mucho de la gente grande. Uno aprende a ser equilibrado en la vida. Es un deporte de integración: en el fútbol convergen un montón de clases sociales, raciales. Las oportunidades que te da el fútbol no te lo da cualquier deporte», concluyó.

Fuente: Diario La Actualidad