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"Sofi se encargó de escribirlo muchas veces en una hoja, se lo mandamos y Wilson lo incluyó en la soga que cada paleta. Y no te puedo mentir: cada vez que veo su letra me agarra un cosquilleo en la panza”.


 

Miércoles 8 de agosto de 2018. Mijas, Málaga. Belasteguín no lo sabe, pero acaba de jugar su último partido como número uno del mundo (6-7 / 6-1 / 6-1 contra Moreno - Rubio). El codo, ese que tantas soluciones le había dado durante 16 años y ocho meses, le decía “basta”. 24 horas más tarde no podría presentarse a jugar los cuartos de final de aquel Open ante Belluati – Lebrón. La leyenda culminaba. El rey cedía su corona -porque, es justo decirlo, nadie más que su lesión se la arrebató-.

Lo que le había sucedido a Bela tenía lógica: el desgaste de años y años le comenzaba a pasar factura en su físico. En este caso, el tendón del codo derecho se había desgarrado. “Haber perdido el #1 sin poder defenderlo en la cancha fue lo peor. Yo gano mi último torneo en Suecia y después me rompo. Y verdaderamente estuve en la cuerda floja porque mi médico Juan Erquicia me dijo: 'No te opero porque puede ser el final de tu carrera y dependés de que ese tendón se recupere algún día'”.

El de Pehuajó trabajó en triple turno para tratar de sanarlo. Voló de Barcelona a Buenos Aires para estar cerca de su familia y que la cabeza también ayude en la recuperación. Fueron cuatro meses lejos del 20x10 en los cuales vio como el trono de jugador mejor rankeado del mundo lo tomaba otro (primero fue su compañero Pablo Lima y luego Gutiérrez – Sánchez).

 Su reaparición se dio en el Master Final, la última cita del 2018, torneo al que llegó con -literalmente- una carta bajo la manga: “Yo todas las noches acompaño a mis hijos (Fede, Sofía y Bea) a acostarse y le repito tres cosas: que voy a cuidarlos toda la vida, que los voy a ayudar en lo que necesiten y que un Belasteguín nunca se rinde. Eso se los digo desde que tienen diez días de vida y uno dice 'los chicos no te escuchan'”.

Pero.sí. Los chicos escuchan. “Resulta que con lo de la lesión yo quizás andaba un poco más triste y un día vino Sofía con un dibujo del colegio: era una bandera argentina pintada con esa frase. Ahí nomás lo guardé en el paletero, le agradecí y me fui a la habitación a llorar como loco”, le cuenta Bela a Olé. Y sigue: “Resulta que pasó el tiempo y, cuando salimos campeones del Master Final, automáticamente me acordé del dibujo y lo empecé a buscar hasta que lo encontré para dedicarle el torneo a ella”.

 La imagen de Fernando mostrando el papel ante las cámaras de World Padel Tour recorrió el mundo y llegó hasta las oficinas de Wilson, la marca que le abastece las paletas de juego. “Cuando me contrataron quisieron tener el detalle de poner esa frase en toda la colección que lleva mi firma. Sofi se encargó de escribirlo muchas veces en una hoja, se lo mandamos y Wilson lo incluyó en la soga que cada paleta. Y no te puedo mentir: cada vez que veo su letra me agarra un cosquilleo en la panza”.

 

Fuente: Olé