#Futbol

Seguir soñando



El portón del estadio boquense franquea mi acceso en una hermosa tarde de domingo para ver fútbol. Boca Junior y Maderense jugarán gran parte de sus sueños clasificatorios en los 90 minutos por ver.

Entrar a ese recinto tan cargado de historia futbolera lugareña me trae recuerdos de tardes gloriosas, especialmente aquellas en que la selección pehuajense tenía allí un bunker inexpugnable, cuando los equipos que dirigía Roberto Dirassar mantuvieron un invicto de más de 20 partidos en ese estadio, entre 1975/79, contando encuentros oficiales y amistosos.

Me envuelve también un soplo de recuerdos cuando acierto a pisar sobre viejas baldosas que devuelven el eco de antiguos bailes al aire libre, donde los tacos acompañaban el ritmo animado de las mejores orquestas del momento. Veraniegas jornadas donde la noche se estiraba bajo un cielo estrellado que poco a poco iba recobrando el color, cuando empezaba a insinuarse el día marcando la hora del regreso.
¡Qué tiempos aquellos! Exclamarán algunos memoriosos.

Pero el paisaje futbolero de la tarde es el acostumbrado. Una hinchada visitante cubriendo el sector que da a calle Gorriti, pretendiendo hacerse oír, en contraposición a la tranquilidad barrial de los vecinos boquenses que ocupan el amplio sector opuesto, recostados sobre cómodos sillones que trajeron desde sus casas, algún taburete de práctico traslado y hasta una silla de comedor que abandonó la mesa diaria para acercarse al alambrado que contiene la pasión de cada domingo.

Dentro del reducido espacio, Boca y Maderense juegan sus chances. La oportuna intervención de un zaguero visitante le saca prácticamente el balón de la cabeza a Lucas Fernández en un centro desde la izquierda al comienzo del partido, cuando la calidad hace diferencia antes que el cansancio mine los físicos y el agotamiento la haga naufragar en esas lagunas que suelen devorarse a los creadores.
La emoción llega pronto. Salinas deja a Mastrángelo de frente al arco y el volante central derrota a Bitz con violento remate contra el palo derecho del uno. Estalla la parcialidad visitante ubicada detrás de ese arco. Pero Boca no se resigna. Sabe que el partido recién empieza. Sí, éste partido. El nuevo, el que tiene a Maderense ganando. No el otro que empezó a las 15.30 con el marcador en blanco.

Su técnico, Rubén Landaburu, se preocupa pero no desespera. Mil batallas le han enseñando lo que es el fútbol. En el otro banco, Aníbal Folgar sabe que haberse hecho cargo del equipo verde ha sido tomar un hierro caliente pero el gol de Mastrángelo acaba de bajar la temperatura tornándolo mucho más asible. Queda mucho por jugar.

Renato Carpignano, cuya desatención generó la jugada previa que desembocó luego en aquel gol, termina redimiéndose al conseguir el empate luego que Lucas Fernández bajara de cabeza un centro pasado que llegó desde la derecha y el lateral no tuvo más que empujar el balón ante la floja resistencia defensiva visitante.

El primer tiempo se fue dejando la sensación que lo mejor estaba por venir, algo que no muchas veces podemos decir de nuestro fútbol vernáculo. Pero antes quedaba una seria duda cuando una pelota caprichosa caracoleó por sobre el pecho del zaguero local Zamprogna describiendo un derrotero raro y lento que llevó a la visita a pedir penal, pero el árbitro Galeano entendió que nunca la esfera hizo contacto con el brazo del defensor.

Empieza la segunda etapa y las expectativas son muchas. Collado logra ganar más libertad e insiste con disparos desde fuera del área. Ya no tiene la frecuencia de encuentros cortos con Salinas, pero igual busca. Bitz se muestra presente con tres intervenciones: Saca en gran forma un cabezazo de Jorda, desvía un peligroso disparo de Collado, y llega justo con el pie antes que Omar Sosa (reemplazante de Salinas) lograra rematar.

La visita ya se perfila como candidato a ganar el partido, pero el ingreso de Javier Rivas por Castillo cambia la ecuación. Boca vuelve a creer en Boca. Jorda pierde ante Galeano en ataque y llega la contra letal con un centro de Rivas que permite a Lucas Fernández zambullirse de cabeza a la gloria impactando el balón para anidarlo en las mallas.

El viejo reducto se hace escuchar y Maderense siente el golpe pero insinúa una reacción. Bitz tapa un disparo de Duarte que iba camino al gol, pero nada más. Es muy débil lo que propone el verde. Apenas si llega a inquietar a Bitz con algún golpe de cabeza donde la defensa de Boca suele ganar siempre pero hoy sus zagueros no parecen estar en la sintonía exacta de tiempo y distancia.
Enseguida Boca hace gala de la efectividad. Bernal, en una corajeada por el medio, llega hasta el área rival y define con remate bajo a la izquierda del arquero Frías. La tarde se tiñe de azul y oro.

Sobre el final, como postal del desconcierto visitante, Rivas, de escasa estatura física, salta en el área entre los centrales adversarios y marca el cuarto con notable golpe de cabeza. La alegría recorre los rostros de esos conocidos vecinos presentes, cuyos padres, abuelos, incluso ellos mismos, han sido parte de la vida institucional de la humilde entidad que celebra alborozadamente esta importante victoria permitiéndose, muy merecidamente, seguir soñando.

Roberto F. Rodríguez