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Adan Ingerthron: “Ser jugador del ascenso es duro. Siempre estas corriendo de atrás a los dirigentes y la mayoría pagan atrasados. Pero perder plata como en Alem no me paso nunca. Tuve que vender el auto para vivir”



Edición número 97 de la nueva sección que brindamos en nuestra web con un protagonista que compone la Liga Pehuajense de Fútbol. Distendida, conociendo al protagonista desde otro lado. Es el momento de un lírico. Es el turno de Adan Ingerthron.

¿Dónde arrancaste a jugar al fútbol y por qué?
Arranque a una cuadra de mi casa. Hay un campo de deporte y había un hombre de apellido Palma que nos entrenaba. Jugábamos partidos para ir a los Juegos Bonaerenses. De ahí me fui a probar a Club Atlético San Miguel. Estuve dos años en inferiores, novena y octava división. De ahí me fui a Platense e hice sexta y séptima. Me dejan libre nuevamente y me fui a probar a Excursionistas. Hice quinta división y de ahí me subieron a primera.

¿Qué pasa por la cabeza de un jugador cuando te dejan libre?

Que no te pasa. Es muy difícil y más cuando estas en inferiores. Te dan ganas de dejar todo. Porque la mayoría anda probando suerte solo y no muchos tienen la suerte que los padres los apoyen.

¿A qué edad y en qué año debutaste en Primera?
Debuté en Excursionistas a los 17 años en el 2001.

Hace casi dos décadas nada más…
Es increíble. Muchos me decían disfruta porque pasa rápido. Y hoy le doy la razón.

¿Qué te acordas de aquel día?
Estaba dentro de todo tranquilo. Porque justo una semana antes asumió de interino en Primera el técnico que tenía en quinta división, “Maxi” Sincunegui. Eso jugó mucho a mi favor.

Pero los minutos antes las piernas temblarían un poco...
(Risas) Obvio. Justo nos tocó de visitantes. Contra san Martín de Burzaco. Cancha chica y patadas grandes. (Risas)

¿Se hacía complicado jugar en el ascenso de visitante?
Era lindo. Debes en cuando se armaban disturbios. A mí me gusta, porque le dan lindo ambiente

¿Te gusta jugar cuando está el clima “picante”?
No soy de pegar. No me sale. Pero me gustaban los partidos picantes. Soy de jugar con la desesperación del rival.

¿Cuál fue el quilombo más grande que toco estar en una cancha?
En un clásico Excursionistas ante Colegiales. En el entretiempo se mataron entre las hinchadas. Se tiraban con de todo. (Risas)

¿En que cancha pensaste de acá no salimos?
(Risas) Cuando jugaba en Laferrere, nos pegaron una apretada los barras en el medio de la cancha. Fue bastante picante. Pero salimos vivos. (Risas)

¿Eran grandotes o eran muchos los muchachos?
Las dos cosas. (Risas) Eran una banda. Nos querían comer.

Cuando pasaba una situación así. ¿Daban ganas de seguir jugando? Porque vos a jugar a la pelota...
Cuando te pasa por primera vez, lo pensas. Pero después sabes que es algo que en algún momento va a pasar, si los resultados no se dan. Pero quiero resaltar que es algo que le hace muy mal al fútbol.

¿Cuál fue tu mayor alegría en el fútbol?
La verdad que he salido campeón. Descendí. Tuve la suerte que siempre en el lugar que estuve peleaba algo. Mi mayor alegría en el fútbol hoy digo que fue el camino de mi carrera.

¿Es tan duro lo que se vive cuando se juega por no descender?
Más duro que descender es que no te paguen en tiempo y forma. En definitiva peleas el descenso si tuviste tres años malos. Y se les carga la mochila al último plantel que es al cual le prenden velas para que los salven.

¿Tuviste mucho sin tiempo sin cobrar en algún Club?
Ser jugador del ascenso es duro. Siempre estas corriendo de atrás a los dirigentes y la mayoría pagan atrasados. Pero perder plata como en Alem no me paso nunca. Tuve que vender el auto para vivir. Ahí mismo descendimos. Nos hicieron las mil y una.

Tremendo lo que me contas...
Es terrible. Algunos no tienen corazón. Se piensan que vivimos del aire. (Risas) Podemos hacer un libro con las historias.

¿Cómo llegas a Pehuajó?
Justo quedo libre de San Telmo. Las ofertas que tenía no eran buenas desde lo económico. Decidí esperar. Pero no salió nada más y un amigo me comento que le pedían jugadores de la liga de Pehuajo. Me hizo el contacto con Víctor, el “Vasco” de Curarú.

Llegaste a Curarú. Todo lo contrario a lo que me venís contando…
Impresionante esa gente. Muy Lindos recuerdos y te repito, muy buena gente. No fue fácil igual. Venia de un ritmo distinto. Muchas horas en auto. Bajar, comer y jugar.

¿No te gustaba viajar?
La verdad que no me gustaba. Me costó el primer año. Después tuve la suerte que me llamaron de Midland para volver al ascenso y fui. Hice toda la pretemporada. Pero todos los días me preguntaba, ¿Que hago acá?, si sabía cómo era el sistema. Rescindí contrato, lo llamé al “vasco” si podía jugar en Unión y arranqué de nuevo.

No te querías quemar con leche otra vez…
(Risas) Tal cual. Mejor definición que esa imposible (Risas)

Si tenes que armar tu 11 inicial con jugadores que han sido compañeros tuyos. ¿Cómo formaría el equipo de Adan Ingerthron?
Esta es una pregunta complicada y jodida. (Risas) Tuve muchos y buenos compañeros. Yo no entro en el 11. (Risas) Lo haría más por amiguismo me parece. Jugaría con mis amigos de siempre.

Y si tenes que elegir tres compañeros. Uno para hacer el asado, otro para poner la música y el restante comprar la bebida. ¿A quién elegís?
Para hacer el asado lo pongo a “Fede” Santos. El de la música seria “Guti” Gutiérrez. Y para la bebida a Mario Gallardo. (Risas)

¿Cómo surgió y de quien fue la idea de la olla en el barrio?

Un amigo mío, Alejandro Baigorria, me donó una olla de 60 porciones para que reparta en mi barrio. La trajimos y ese día se acercaron los vecinos a ayudar. Como vi la necesidad que había, los llamé a dos amigos más. Diego Enriquez y Adrián Coria. Enseguida nos pusimos de acuerdo y en campaña para conseguir cosas para hacer la primera olla. Hoy vamos 22 ollas.

¿Duele ver tanta necesidad alrededor?
La verdad que no pensé que había tanta necesidad. Te lo digo sinceramente. Pero al pasar las ollas, cada vez más gente se acerca a buscar su comida. Ahí es donde nos preguntamos y vemos mucha necesidad.

¿Qué es el fútbol en tu vida?
El fútbol es mi vida. Es pasión. Es donde viví casi toda mi vida. Me formó como persona. Hoy gracias a dios mi hijo sigue mis pasos y es algo que me llena de alegrías. Me ha dado las mejores amistades y familia.